La normativa europea actual obliga al etiquetado de todos los alimentos que contengan moluscos.

Al igual que ocurre con los crustáceos, los moluscos habitualmente se engloban en la denominación de marisco, que incluye a ambos. Es necesario diferenciarlos ya que una alergia a crustáceos no implica que también exista alergia a los moluscos. De estos dos grandes grupos, son los crustáceos los que acaparan la mayoría de alergias alimentarias.

Los moluscos se pueden dividir en tres grande grupos:

  • Bivalvos: almejas, mejillones, ostras
  • Cefalópodos: calamar, sepia, pulpo
  • Gasperópodos: bígaros, caracoles, lapas

La principal proteína responsable de las reacciones alérgicas a los moluscos es una proteína termoestable, por tanto resistente al calor y a la cocción. Un paciente alérgico a los moluscos, debido a dicha resistencia al calor, presentará síntomas tanto si los come crudos como cocidos.

Como particularidad de los moluscos, es de destacar que sobre todo se han relacionado con patologías respiratorias como la rinitis o el asma. Y el 80% de las personas alérgicas a los moluscos lo son también a los ácaros del polvo, ya que poseen proteínas con funciones similares y el sistema inmunológico reacciona de manera similar.